La relación entre un individuo, los grupos a los que pertenece y la sociedad es compleja. Cada persona forma parte de múltiples grupos, como familiares, amigos, compañeros de trabajo y comunidades, y cada uno de estos grupos influye en sus valores, creencias y comportamientos. Esta interacción se manifiesta en cómo las personas se adaptan a las normas sociales y cómo contribuyen al bienestar de sus comunidades.

Los grupos pueden ofrecer apoyo emocional y social, pero también pueden ser fuentes de presión y conflicto. La identidad individual se forma en parte a través de estas interacciones grupales, lo que a su vez afecta la dinámica social más amplia. Por ejemplo, la participación en grupos de voluntariado puede mejorar el bienestar de los individuos y, al mismo tiempo, fortalecer la cohesión social en la comunidad.